Cuando todos aquellos jóvenes, y no tan jóvenes, comenzaban con las movilizaciones del 15 M pensé que llegaba a nuestro país la revolución que necesitábamos. Estaba pletórico y me sentía optimista y orgulloso de nuestros jóvenes. Con el paso del tiempo, todo se fue disipando por culpa de acaloradas y respetuosas conversaciones en las plazas de las ciudades en las que se enumeraban prioridades y nunca se llegaba a nada. Me esperaba algo como lo que ha pasado en el barrio obrero de Gamonal , con actuaciones, correctas o no, violentas o no, que desencadenaran el odio que tenemos casi todos a lo actualmente establecido, a los políticos, a los sindicatos, al gran capital, al constante barrido de nuestros derechos… pero no, me decepcionaron los jóvenes, los mismos que están en paro, que no pueden ir a la universidad por culpa de las tasas, que no pueden abortar por considerarse ilegal, que tienen que pagar más caro las medicinas, los hospitales, la cultura, el