La última mañana en Florencia visitamos la Santa Croce , la iglesia franciscana más grande del mundo y el auténtico panteón de la nobleza de Florencia (casi 300 tumbas, incluidas las de Miguel Ángel y Galileo). En tamaño, es la segunda más grande de Florencia, por detrás de la Catedral. Aunque su interior no es muy llamativo, las esculturas y las pinturas de sus paredes tienen gran notoriedad. Destacan, en sus capillas, los frescos de artistas como Giotto, Brunelleschi o Donatello. La basílica es conocida por ser el lugar donde Stendhal en 1817 padeció los síntomas que llegaron a conocerse como el Síndrome de Florencia. Realmente fue la iglesia que más me sorprendió, merece la pena aunque sólo sea por contemplar sus frescos y la grandiosidad de la sacristía. Con las piernas sobrecargadas por el esfuerzo de tantos días seguimos caminando hacia el hotel. Los adoquines maltratan los pies de tal manera que es imposible fijarlos correctamente sobre el suelo. Es la segunda ciudad, de