lunes, 11 de febrero de 2008

ENSEÑAR A HABLAR A UN PERRO


Enseñar a hablar a un perro es tarea difícil. El perro de mi hermano es un westy, tiene mucho carácter, algunas veces se vuelve rutón, sobre todo cuando se le contraría. Entonces emite sonidos parecidos a las palabras. Intenté, durante un largo periodo de tiempo, enseñarle a decir: “buenas noches”y “hola”, aprovechando su innata habilidad. La cosa empezó bien, dividí las palabras en silabas y mediante repetición realizamos varias prácticas. “Gullit” (gordito en francés -argot-) repetía a la perfección aunque le costaba reproducir algunas vocales. Lógicamente mi hermano y mi cuñada estaban tirados por el suelo pero yo ambicionaba sacar alguna conclusión favorable -aparte de la risa- del pretendido lenguaje del can. Permanecíamos sentados en el salón y sobre la mesa había una botella. Como estábamos cansados, el perro y yo, de repetir siempre lo mismo: “bue-nas no-ches”, “ho-la” quise sorprender a Gullit con algo más difícil todavía, así que le hice participe de la siguiente dificultad ofreciéndole, para que lo viera, el objeto: una botella de Chinchón. Repetí en dos silabas “Chin-chón” y reaccionó mordiéndome el dedo (más bien marcándome, no utilizó los dientes). Se conoce que ya harto de repetir palabras y, seguramente, por el olor dulzón del anís, no aguantó más despropósitos y me lo hizo saber.
Me sorprendió su reacción pero lo entendí perfectamente, muchas veces me pongo impertinente. Cuando me encontraba mirando mi maltrecho dedo Gullit saltó desde el suelo hasta al sofá donde me encontraba y me lamió dulcemente la zona afectada. No había sido nada pero el perro continuaba, a su manera, disculpándose por su rebeldía. Luego permaneció tumbado largo rato en mis piernas.
Hay veces que las personas nos comportamos como animales y los animales como personas. Esa noche Gullit me dio dos importantes lecciones: mejor no enseñar a los perros a hablar (están mucho mejor callados) y hay veces que de nuestras reacciones más primitivas deberíamos aprender de los animales.
Aunque pasamos una velada muy agradable nunca más enseñaré protocolos humanos a los animales.


(El westy o west highland white terrier es un perro de talla pequeña, de pelo largo y duro; cuya altura a la cruz es de unos 28 cm. y sobre 8 kg. de peso. Se relaciona perfectamente con los niños y su promedio de vida está entorno a los 13 años. Su carácter es imprevisible, independiente, travieso, afectuoso y terco. No tiene necesidades especiales de espacio, aunque si debe salir regularmente a pasear)

2 comentarios:

Miguelo dijo...

muchas personas no saben hablar y queremos enseñar a los perros? jajaja

Anónimo dijo...

Aquí en Chile, hace unos años atrás hubo una noticia conmovedora de un "perro que habla"...pero claro, todo resultó una manipulación de hechos porque resulta que al pobre y callejero can le apretabas la mandíbula y, al intentar ladrar, pareciera como si dijera palabras.

Creo que a los perros hay que dejarlos en lo básico: un ladrido para decir "sí" y dos ladridos para decir "no" (no vaya a ser cosa que te pase como lo del famoso chiste del tipo que llama a su casa y le contesta el perro).

Saludos cordiales.

LA VIDA PASA

“¡No hay naciones!, solo hay humanidad. Y si no llegamos a entender eso pronto, no habrá naciones, porque no habrá humanidad".   Isaac ...