Cuando
todos aquellos jóvenes, y no tan jóvenes, comenzaban con las movilizaciones del
15 M pensé que llegaba a nuestro país la revolución que necesitábamos. Estaba pletórico
y me sentía optimista y orgulloso de nuestros jóvenes. Con el paso del tiempo, todo
se fue disipando por culpa de acaloradas y respetuosas conversaciones en las
plazas de las ciudades en las que se enumeraban prioridades y nunca se llegaba
a nada. Me esperaba algo como lo que ha pasado en el barrio obrero de Gamonal,
con actuaciones, correctas o no, violentas o no, que desencadenaran el odio que
tenemos casi todos a lo actualmente establecido, a los políticos, a los
sindicatos, al gran capital, al
constante barrido de nuestros derechos… pero no, me decepcionaron los jóvenes,
los mismos que están en paro, que no pueden ir a la universidad por culpa de
las tasas, que no pueden abortar por
considerarse ilegal, que tienen que
pagar más caro las medicinas, los hospitales, la cultura, el ocio, la educación…
Creo que sobraron palabras y faltaron hechos. Faltó leer a Ganivet que decía
que si los de abajo se mueven, los de arriba se caen. Pero, al menos hoy, me
siento orgulloso que “por muy chulo que se
crea, contra el pueblo no hay quien pueda”. Gamonal, gracias por
devolvernos la ilusión de que las cosas mal hechas se pueden cambiar. Tenéis (tenemos)
tanto que aprender satélites del 15 M!!!!!
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1 comentario:
Voy a disparar con empeño e ilusión la bala de la justicia social.
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