Nadia
Sheikh me ha fascinado. A pesar de recordarme constantemente a Norah Jones –no
es mala referencia, por cierto- me parece una niña, 16 añitos, adorable en
todos los sentidos, en su actuación de algo más de una hora no ha tenido fallo
alguno y eso suele agradecerse cuando escuchas cantantes nacionales, no suele
pasar, siempre suele haber algún desafino caprichoso. El escenario, dentro del Festival de Jazz de Peñíscola, ha sido novedoso, pero para nada fuera de
contexto, más bien el Festival se ha aprovechado del que puede ser icono de referencia para
este tipo de actividades con cada vez
más seguidores. Mandarina, sin duda es,
a partir de ahora, el referente de los grupos cercanos, de los que desean darse a conocer. Nadia, al igual que Norah, de
padre indio, tuvo varios protagonistas
añadidos, en primer lugar el trio que le acompañaban, músicos trillados en mil combates que
estuvieron a la altura de la “niña”, que es mucho decir. Luego el emblemático
lugar de actuación; Mandarina, que, por suerte, todo lo que toca lo convierte
en marchamo de calidad. Pero, claro, detrás, Antonio y todo su equipo han
pasado muchas horas para que nada se les escape. Las bonitas baladas de temas conocidos estuvieron aderezadas por
el clima adecuado, el lugar perfecto y la profesionalidad de la empresa
Mandarina, un genuino que ahora se embarca en la nueva faceta del jazz de calidad. Enhorabuena y esperemos
haya continuidad.
martes, 10 de julio de 2012
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