sábado, 15 de diciembre de 2007

CUESTA DEL HOSPITAL. ZONA CERO




He querido que pasen unos días para escribir sobre la tragedia que ha ocasionado el derribo de un edificio en la santanderina Cuesta del Hospital, contabilizando tres víctimas. Ocurrió en el centro de la ciudad, en una zona donde hay mucha miseria. La catástrofe debe constituir un detonante para responsabilizarse sobre la situación actual e intentar poner, a la mayor brevedad posible, solución a este acuciante problema (no ha sido el primero). Desgraciadamente el derrumbe se ha cobrado tres fallecidos y por esa razón – y tal vez por unas elecciones cercanas- se está tratando el tema de una manera más racional. Ojala se encuentren soluciones y no se tengan que repetir más escenas dramáticas en mi querida ciudad.

Me enteré a los pocos minutos de ocurrir y contacté con mis familiares. Un periodo de mi niñez lo pasé muy cerca del lugar del desastre. Mi madre me comentó que un familiar, con el que no hay relación desde hace muchos años, había sido desalojado de su domicilio por su proximidad al edificio derrumbado. Se encuentra bien pero ha sido instalado, provisionalmente, en un albergue.

Cuando era niño pasaba parte de mi tiempo libre en la calle Cuesta. Al ser una calle peatonal no había excesivo peligro y jugaba al balón con mi hermano y Santi Mafoz de “la Cigaleña”. En alguna ocasión, sin saberlo nuestros padres, nos escapábamos subiendo las escaleras que hay al fondo de la calle a la derecha. Una vez coronada la pendiente se abría un nuevo horizonte a nuestro alrededor. Obviamente en la Cuesta del Hospital había más movimiento, más comercios, mucho más ambiente que en nuestra calle cerrada. En aquel entonces ya tenía algo de marginal. La gente nos conocía y preguntaba que hacíamos solos por allí tan lejos de donde deberíamos estar –realmente es una calle paralela a la calle Cuesta-. En una perpendicular a la Cuesta del Hospital estaba (imagino que seguirá existiendo) la calle San Pedro. Tendría siete años y me daba mucho miedo adentrarme en un lugar tan sórdido, macabro y desconocido. Me agarraba muy fuerte de la mano de mi hermano y deseaba que transcurriera pronto la visita a la corta travesía. Las fulanas eran gordas, viejas, aterradoras. Vestían de manera muy particular, faldas excesivamente estrechas y cortas, jubones que resaltaban sus senos. Los bares estaban iluminados con luces chillonas de colores estridentes. Más tarde cuando empecé a ver las películas de Fellini los escenarios y sus personajes se me hacían conocidos. Lo recuerdo con espanto. Cuando ahora, después de tantos años, pasó con mi coche por la calle Alta todavía rememoro con malestar aquellos momentos.

Perdí de vista el barrio que al parecer se llama Cabildo de Arriba -no lo sabía-, uno de los más deteriorados de la ciudad, a pesar de encontrarse en pleno centro urbano y a escasos metros del Ayuntamiento de la capital. Y desgraciadamente, pasado tanto tiempo, vuelvo a tener noticias suyas. Aparentemente no ha cambiado mucho, la política urbanística de la ciudad en las últimas décadas ha fracasado, pero el mayor problema, la angustia de sus ciudadanos es haber perdido a tres paisanos y especular que de no solucionarse su realidad los siguientes en ir a Ciriego pueden ser ellos. Dios les coja confesados.

2 comentarios:

Miguelo dijo...

bufff mala situacion y todo por la especulacion


saludos

Anónimo dijo...

Me enteré de la noticia hace unos días en cuanto al derrumbe de un edificio...no imaginé que sería en una ciudad de amplia significancia para ti.

Por desgracia, el deterioro de los cascos urbanos antiguos es norma en muchas ciudades donde hay veinte prioridades antes que optar por su recuperación y preservación efectivas. Lo vivo acá en Santiago y también en Valparaíso donde, pese a ser Patrimonio de la Humanidad, hace poco menos de un año unas instalaciones en pésimas condiciones desencadenaron una explosión que cortó la vida de la calle comercial más antigua del Puerto y de los edificios patrimoniales, además de cuatro vidas humanas no menos valiosas.

Saludos cordiales.

LA VIDA PASA

“¡No hay naciones!, solo hay humanidad. Y si no llegamos a entender eso pronto, no habrá naciones, porque no habrá humanidad".   Isaac ...