Mal tiempo en Oporto pero no importa. Todo fluye con la normalidad decadente de la ciudad del Douro. Vinho no falta, buena salud y comida al estilo portugués. Mis zapatos de 90 euros de rebajas, comprados en Santander, se han roto por la puntera. Horror. Reclamaré. Amanha, playita en Aveiro.
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