Foto: Luis López
Leo una carta insustancial, al menos para mi, que escribió en 1983 Julio Cortázar a un amigo
español que viajaba a aquel, por
entonces, mítico, luminoso y lejano París. Ese amigo que visitaba
frecuentemente la Rue Martel, ese edificio que hoy menciona que allí vivió
Cortázar, posteriormente escribiría “Tiempo de viajes y rayuelas” y se llama
José Alías. Lo he leído en un blog de Jesús Machamalo, escritor y periodista
que tengo agregado en Facebook en calidad de amigo. Es curioso que en una
sociedad absorbida por esas redes difundidas por Internet no exista todavía una
de enemigos, estaría bien saber quienes son los enemigos de tus amigos y los
tuyos propios, y que de vez en cuando la propia red te recordara posibles
enemigos a añadir.
Tal vez todo esto que he escrito sea tan insustancial, o más, que
la carta de Alías a Córtazar, pero aderezado con The James Hunter Six, el
“soulman” blanco que ha publicado “Minute by Minute”, que ahora escucho, han
vuelto a encauzarme en la escritura, una
humilde escritura que hacía meses tenia abandonada y ahora, de repente, regresa
para intentar expresar sentimientos, relajarme y, sobre todo, me sirva como
terapia para adentrarme en mi interior y conocerme mejor.
En una investigación se pidió a un grupo de personas que
escribieran durante tres días sobre sus problemas emocionales. Al comenzar a
escribir se sentían peor pero a medida que iban haciéndolo notaban que se
beneficiaban del ejercicio de la escritura. Pasados los tres días, los
investigadores comprobaron que se sentían mucho mejor y su rendimiento diario
había mejorado. Reprimir las emociones
negativas produce un estrés que afecta a la salud, tanto emocional como
físicamente y escribir, lo sé por experiencia, es terapéutico y relajante.
He pasado días raros y angustiosos, motivados por una cadena de
acontecimientos laborales (cada vez vamos perdiendo más derechos) que
finalizaron con una lesión de brazo de la que me voy recuperando. La lesión me
permite escribir y ayer mismo ya tuve ganas de leer. Con esas pequeñas cosas
conseguidas ahora soy más optimista, deseando que la vida siga su curso de la
manera más tranquila posible. Mientras tanto, sigo escuchando esa vitalidad que
produce James Hunter. Escritura, lectura y música para una jornada triste de
invierno con París en el pensamiento.
3 comentarios:
Mejora ese brazo y no te abatas por la situación.
Saludos.
Supongo que siempre tengo algo que decir, pero, en esta ocasión con mayor motivo, con o sin sentido, me he puesto a llorar, y es que la presión y la angustia que genera la insensatez y la maldad es dura, y, hay que saberla llevar, lo que la vida me va enseñando es que, no podemos dejar que el enemigo nos quite la sonrisa, porque si eres rico de espíritu nunca piensas en tener enemigos sino en ganar amigos, nunca pierdas el rumbo hacia el que va dirigido el timón de tu vida, y sobre todo no permitas jamás que te quiten la ilusión de vivir, aprender y, escribir unos artículos tan humildes como sabios y ricos.
Te dejo con Cortázar, París y James Hunter una mezcla explosiva (tomo nota), y, si algún día necesitas expresar en palabras tu furia no dudes en vestirla de fiesta para convertirla desde el corazón en un mundo de sueños entre todos juntos. TODO MI ÁNIMO. SIGUE NAVEGANDO EN LA ILUSIÓN CON UN HORIZONTE FIRME, RISUEÑO Y REAL. UN SUPER ABRAZO.
No llores, nubecita!!!!!!
Gracias, Marino, me encuentro mucho mejor.
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