martes, 16 de septiembre de 2014

FLORENCIA 1

Uno de los trayectos del tren Italo, similar al AVE español, recorre el trayecto entre Milán y Napolés, abarcando prácticamente la longitud peninsular. Una de sus paradas es Bolonia que cuenta con una de las estaciones más grandes de Italia. Para acceder a nuestro andén tuvimos que descender cuatro pisos. Tarda en recorrer el trayecto Bolonia-Florencia, cerca de cien kilómetros, media hora justa. Atraviesa los Apeninos, por un largo túnel, a una velocidad de trescientos kilómetros por hora. Al llegar a Florencia tienes la sensación de que acabas de tomar asiento en el tren.
La estación de Florencia es más asequible pero cuando sales al exterior una muchedumbre de todas las razas ocupa la calle tirando de grandes maletas. Te sientes aturdido en el desplazamiento al cercano hotel. El calor es similar al de Bolonia, unos treinta grados durante el día, aunque aparenta algunos más. Las obras en la calzada y el denso tráfico hacen dificultoso el recorrido. Tras dejar las maletas tienes la necesidad de perderte por Florencia. Al mirar el mapa y discernir sus monumentos, museos, palacios, paseos, parques… piensas que no lo vas a poder abarcar todo y, por tanto, tienes que seleccionar mucho para que las visitas puedan ajustarse a los días de duración de la estancia. 
Tras un corto paseo, al salir de una calle tengo ante mí Il Duomo (la catedral de Santa María del Fiore). No me lo esperaba, a pesar de seguir con la vista, durante el recorrido hasta allí, su impresionante cúpula. Está tan sumamente cerca que me resulta gigantesca y no me permite abarcarla entera a una distancia tan corta. Nunca me había impactado tanto un monumento. Aprecio sus colores, la fachada neogótica, la cúpula a la izquierda, el Baptisterio a la derecha, con sus celebres puertas … y me doy cuenta de que no estoy solo, miles de personas, la mayoría en grupos, de todas las nacionalidades, aunque con predominio asiático, miran con curiosidad hacia lo alto. Estoy en el corazón de Florencia estremecido por tanta belleza. Visitamos primero el Baptisterio. Contemplo durante varios minutos el techo, representa el Juicio Final, con mosaicos multicolores del siglo XIII; bajo él se haya una pila octogonal donde muchos florentinos célebres, el caso de Dante, fueron bautizados. La visita a la catedral y al Campanile la dejaremos para la mañana siguiente, convencidos de que no habrá tantas visitas como a esa hora de la tarde. En un corto paseo llegamos a la Piazza de la Signoria, un auténtico museo al aire libre. Allí están las estatuas de David (la original se encuentra en la Accademia); Perseo de Cellini (el original está en el Bargello); El rapto de las sabinas de Giambologna; la fuente de Neptuno… Desde ahí bajamos al Arno y vislumbramos el Ponte Vecchio por su lado “este”, lo atravesamos y seguimos hasta el siguiente puente de Santa Trinitá para contemplar el atardecer sobre el Ponte Vecchio. La jornada termina así. Nos dirigimos al hotel, mañana será un día largo y pleno de belleza y arte. Se hace obligatorio el descanso.

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“¡No hay naciones!, solo hay humanidad. Y si no llegamos a entender eso pronto, no habrá naciones, porque no habrá humanidad".   Isaac ...