jueves, 23 de diciembre de 2021

CUENTO DE NAVIDAD




“Todas las guerras se libran dos veces, la primera en el campo de batalla y la segunda en el recuerdo”. VIET THANH NGUYEN

Cuando regresaba a casa después de contemplar el Duero desde lo alto, plácido y de un gris lánguido, al pasar por el edificio del Consejo Consultivo, vi que se anunciaba en su interior una muestra de restos arqueológicos para los visitantes, de forma permanente, con los hallazgos  aparecidos durante la excavación del solar que ocupa dicho Consejo Consultivo de Castilla y León, en la plaza de la Catedral de Zamora. Ya había visitado en otra ocasión lo relativo a los restos arqueológicos (muy interesante) pero me llamó la atención cómo habían titulado la muestra, nada más y nada menos que “En busca del tiempo perdido”. Y, aunque todo esto  no tiene nada que ver con la novela de Proust, al igual que en la memoria del narrador  me trasladó   a  la época de las navidades en la que era niño y adolescente, cuando en Santander, durante el invierno, llovía intensamente durante casi todos los días, tal y como lo hacía en ese momento en Zamora. Entonces todavía no conocíamos las “Danas”, ni las gotas frías, pero el frío, la humedad y la intensa lluvia nos atacaba todavía más que en la actualidad ya que nos desplazábamos siempre a pie, nuestra ropa de abrigo no tenía nada que ver con la de ahora, nuestras viejas botas no eran de Gore-Tex y nos empapaban los pies para que estuviéramos así durante toda la jornada escolar. Nos hacemos mayores y ya nada es igual, la ilusión por estas fiestas navideñas prácticamente tiene sentido, muchos de los asientos durante las comidas y cenas más significativas están vacíos… Recordé aquellos años en busca de ese tiempo ya perdido pero que permanece  en mi interior más arraigado y, cuando llegué a casa, con mi chubasquero de plumas “calado”, lo colgué a secar en una percha igual que lo hacia cuando tenía doce o trece años y llegaba del instituto empapado de pies a cabeza. El tiempo todo lo cambia pero el que ya está “casi” perdido aparece en los momentos más inesperados y se agradece lo mismo que un abrazo de un ser querido.

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