(El gobierno socialista de Felipe González había dado luz verde en los inicios de los ochenta a la construcción de un mega embalse de 664 hm3 de capacidad aprovechando el aporte del caudal de los ríos Esla, Yuso y Orza. Consumada la tragedia, las aguas del embalse se asentaron sobre ese valle rodeado de esas cimas imponentes.
El cierre de compuertas en el embalse fue el 31 de diciembre de 1987. El llenado del embalse comenzó ese mismo día con las aguas de los ríos Esla y Yuso, provocando la inundación del valle y desapareciendo los pueblos de Riaño, Anciles, Salio, Burón, Éscaro, Huelde, La Puerta y Pedrosa).
Nuestro destino era Potes, en la Liébana cántabra. Había estado de joven un par de veces en el puerto de San Glorio y sabía perfectamente lo que me esperaba por el camino, un paso de montaña que alcanza los 1609 m. y que une las provincias de León y Cantabria a través de la carretera N-621, atravesando de SO a NE la cordillera Cantábrica. Se trata del segundo paso de montaña asfaltado más elevado de dicho sistema y lleno de sinuosas curvas. Sin embargo, lo que no me aguardaba es que desde Riaño hasta unos pocos kilómetros antes de San Glorio todo el monte estuviera calcinado. Municipios de Tierra de la Reina incluidos en el Parque Regional de la Montaña de Riaño y Mampodre. Justo antes de entrar a Cantabria la naturaleza se encontraba en perfecto estado. Leí que Cantabria se ha librado de las consecuencias del fuego por una mezcla de azar y orografía. La suerte ha tenido mucho que ver en que el valle de Liébana no sea un paisaje de ceniza y tierra quemada como la limítrofe zona leonesa. Por lo visto, además se produjo en el alto de San Glorio un cortafuegos que dio buen resultado.
Desde el puerto hasta Potes el paisaje otoñal se encontraba en pleno esplendor y se agradecía después de tanta desolación. La temperatura era agradable, 22 grados, y nos esperaba un nuevo reconocimiento a la comarca de Liébana.

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