domingo, 26 de octubre de 2025

LIÉBANA, DE NUEVO.


Había visitado un par de veces Riaño (una vez  el viejo y otra vez  el nuevo), y en otra ocasión pasé por allí, ya con el nuevo Riaño construido, yendo de Cangas de Onís a Soria, pero nunca había ido por la carretera que une las proximidades de León con Riaño a través de la Ruta Vadiniense, una ruta histórica que enlaza con el camino tradicional francés en Mansilla de las Mulas desde Riaño, por Cisterna. Me sorprendió la actividad hostelera de todos y cada uno de los pueblos, que se van sucediendo cada pocos cientos de metros por esa ruta. Cuando llegué a Riaño, hace unos días, la paseamos una vez más, a pesar de la lluvia,  y no pudimos apreciar ese valle rodeado de cimas imponentes, algunas con casi  los dos mil metros de altura. Picos como el Gilbo, apodado el "Cervino leonés", el Yordas o el de Las Pintas, que cierran un circo montañoso que traslada al entorno un aspecto de valle glacial más típico de centroeuropa.


(El gobierno socialista de Felipe González había dado luz verde en los inicios de los ochenta a la construcción de un mega embalse de 664 hm3 de capacidad aprovechando el aporte del caudal de los ríos Esla, Yuso y Orza. Consumada la tragedia, las aguas del embalse se asentaron sobre ese valle rodeado de esas cimas imponentes.

El cierre de compuertas en el embalse fue el 31 de diciembre de 1987. El llenado del embalse comenzó ese mismo día con las aguas de los ríos Esla y Yuso, provocando la inundación del valle y desapareciendo los pueblos de Riaño, Anciles, Salio, Burón, Éscaro, Huelde, La Puerta y Pedrosa). 


Nuestro destino era Potes, en la Liébana cántabra. Había estado de joven un par de veces en el puerto de San Glorio y sabía perfectamente lo que me esperaba por el camino, un  paso de montaña que alcanza los 1609 m. y que une las provincias de León y Cantabria a través de la carretera N-621, atravesando de SO a NE la cordillera Cantábrica. Se trata del segundo paso de montaña asfaltado más elevado de dicho sistema y lleno de sinuosas curvas. Sin embargo, lo que no me aguardaba es que desde Riaño hasta unos pocos kilómetros antes de San Glorio todo el monte estuviera calcinado. Municipios de Tierra de la Reina incluidos en el Parque Regional de la Montaña de Riaño y Mampodre. Justo antes de entrar a Cantabria la naturaleza se encontraba en perfecto estado. Leí que Cantabria se ha librado de las consecuencias del fuego por una mezcla de azar y orografía. La suerte ha tenido mucho que ver en que el valle de Liébana no sea un paisaje de ceniza y tierra quemada como la limítrofe zona leonesa. Por lo visto, además se produjo en el alto de San Glorio un cortafuegos que dio buen resultado.

Desde el puerto hasta Potes el paisaje otoñal se encontraba en pleno esplendor y se agradecía después de tanta desolación. La temperatura era agradable, 22 grados, y nos esperaba un nuevo reconocimiento a la comarca de Liébana.

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