Ayer, en una de esas catas de vino que se organizan con frecuencia, compartimos mesa con dos chicas que trabajan en un centro escolar como Personal Técnico de Integración Social (PTIS) y los distribuidores de la bodega Pradorey (Ribera de Duero) en Zamora y Salamanca, respectivamente. Fue curioso, ya que los distribuidores respondían a las preguntas del técnico de la bodega que dirigía la cata sobre las diferentes fases (visual, olfativa y gustativa) y, sobre todo, en las respuestas a la fase olfativa, aromas primarios, secundarios y terciarios, donde se buscan olores que provienen de la uva, de la fermentación y de la crianza del vino, respectivamente, y en tipos de aromas donde se perciben olores a frutas, flores, especias, tostados, etc. las chicas no dejaban de reírse y burlarse. Personalmente estaba de acuerdo con las características que encontraban mis compañeros. Recuerdo que cuando el de Salamanca dijo que era astringente (sensación de sequedad y rugosidad en la boca) lloraban de risa. Cuando catamos el primer crianza fui el primero en responder sobre su aroma, dije "sabor a regaliz". Entonces las chicas me miraron y asintieron a mi manifestación afirmando que, efectivamente, olía a regaliz. Quedaban dos vinos por catar, otro crianza con más maduración y un gran reserva, y las dos compañeras de mesa cambiaron su actitud, ya se fijaban más en las fases olfativas y no se burlaban de los comentarios de los asistentes hacia el vino. Cuando acabamos teníamos sobre la mesa seis copas con sus respectivas sobras, el distribuidor de Zamora hizo probar a las compañeras nuevamente el vino y sus características después de estar aireado y recordó todo lo que habíamos dicho sobre la fase olfativa, las chicas no tuvieron más remedio que aceptar esas características de las que minutos antes se habían burlado. Al terminar la cata ambas, públicamente, comentaron a los asistentes que habían aprendido una barbaridad en esa cata. Cuando todos los catadores abandonaron la sala los seis componentes de la mesa seguimos hablando de cosas personales mientras dábamos cuenta de una botella de Finca Real Sitio de Ventosilla. Pradorey (Tempranillo Gran Reserva) que tiene un precio de unos 65 euros. Mereció la pena la experiencia.
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FINCA REAL SITIO DE VENTOSILLA (Pradorey)
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