El viento que me empapa de paisaje.
Sur, viento sur, enrólame en tu viaje
y ráptame en tus brazos de horizontes.
(Gerardo Diego)
Cuando paseaba por el Paseo Marítimo, cerca del monumento a los raqueros, recordé los carteles de algunos portales del Paseo Pereda, que avisan que con viento sur se debe entrar por la puerta de la calle de atrás e impedir que su furia no deje cerrar el portal hasta que amaine el temporal. Recordábamos también que en un día similar, tan ventoso, el "sur" desencadenó el incendio de 1941, concretamente los días 15 y 16 de febrero de ese año, provocando vientos huracanados y arrasando casi toda la parte antigua del centro de la ciudad. Seguramente, un guía que conducía a unas 15 personas a la altura del Centro Botín, les estaría explicando a los participantes en el free tour ese evento desgraciado.
Un último vistazo a la bahía, con un mercante de enormes dimensiones entrando en la bahía, escoltado por dos "prácticos”, encargados de asistir a las embarcaciones en la navegación y maniobras dentro del puerto, nos hizo apreciar el efecto de "la bahía cabreada" (una imagen poética para describir la fuerza del viento sur que azota la bahía de Santander, provocando que las olas "quieran salirse de su cauce”). El espectáculo estaba servido.
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