Hacía tiempo que no me emocionaba tanto. Había
olvidado esa sensación que te devuelve a años atrás cuando todo era bastante
más sencillo y pasábamos muchas horas fuera de casa. Cuando escuchábamos sólo
la música que era accesible en las emisoras de radio independientes o en los
bares que tenían a bien poner música menos aborregada que las de la
competencia. Oh, la música, no puedo ni podré vivir sin ella.
Aprovechando
mi visita a un hipermercado, esta misma mañana, he comprado por muy buen precio
un tocadiscos del tipo a los de antes pero con tecnología de ahora; es decir,
uno de esos aparatos que te permite grabar en Mp3 todos tus
vinilos. Nada más llegar a casa lo monté y me dispuse a escuchar, después de
casi veinticinco largos años (mi viejo tocata dejó de funcionar por entonces)
mis discos arrinconados en una estantería. Una vez montado el tocadiscos saqué
de su funda el primer disco que tuve a mi alcance y comenzó a escucharse de esa
manera que solo puede reproducir un artilugio para vinilos. Cuando comenzó a
sonar “Roxy Music” mis vellos se erizaron y mi respiración se hizo más intensa.
Después de tantos años lo había conseguido. No daba crédito. Luego sonó
“América” y más tarde “Santana”. Increíble.
Hace unos
quince años quise vender todos mis vinilos, visitaba una tienda de discos
viejos en Moncloa y pedí valoración económica al dependiente en relación a mi
colección. Me dijo que todo dependía del
estado de conservación. Mis discos se
conservan impecablemente, todos ellos guardados en fundas de plástico duro y
clasificados como en las bibliotecas, con letras y números. Calculo que serán
cerca de ochocientos o tal vez más. Al final los conservé y hoy me he dado
cuenta de la joya que tengo. Antes del CD, los lectores ópticos y de Internet,
los discos que adquirías era porque realmente te gustaban, ahora, sin embargo,
tal vez por la facilidad de conseguirlos, acumulamos música de todos los tipos,
no como antes que éramos realmente selectivos por obligación.
Es curioso,
a pesar de que los discos podían ser de aluminio u otros materiales, y al ser
los grupos polivinilicos el material habitual para su fabricación, los llamamos
discos de vinilo. Un dato aportado por la BBC
revela que en 2011 se vendieron casi un 40% de discos más que el año
anterior con lo que se estaría confirmando, una vez más, la paradójica alza de
la popularidad de este formato en un mundo cada vez más digitalizado.
Por mi
parte, seguiré disfrutando de nuevo de todos y cada uno de los discos de mi
colección. Cada uno de ellos, eso me ha pasado hoy, me recuerda momentos y lugares que
ahora añoro pero que están ahí, en mi interior, formando parte de los
recuerdos, de estados anímicos y emociones diversas. Son un trozo de mi mismo y
me alegro no haberme deshecho de ellos en aquella ocasión, ahora tengo seguro que permanecerán conmigo
para siempre.
1 comentario:
Yo adoro mis vinilos..también:)
jeje, la edad es un grado!!: )
besos
Publicar un comentario