El sábado tuve
la suerte de visitar la tienda de Sony en Zamora en la calle Lope de Vega. Quiero comprarme un walkman MP3 que
sea resistente al agua y después de comprobar la oferta de esos pequeños
aparatos que comprimen el audio digital , me he decidido por el Sony W252 que
tiene forma de auriculares y no tiene
cables. Es ideal para hacer deporte y
para disfrutar de la buena música en el
jacuzzi y la sauna. Es algo caro pero en mi caso estoy seguro que a la
larga me resultará más económico que los que he tenido hasta ahora. En dos años
he adquirido dos, un MP3 y un MP4, que se han deteriorado por el mal uso que he
dado a los aparatos. Ciertamente, los cables siempre han sido un problema
cuando corro o hago strider, con las zancadas acaban enrollándose y son un
verdadero incordio. En la sauna siempre han funcionado correctamente pero, por
lo visto, la humedad les ataca hasta dejar de funcionar. El caso es que el Sony
W252 es mi solución. Además, se carga en tan solo 180 segundos.
Soy fiel a la
tienda Sony de Zamora por un motivo muy especial. Hará unos diez años, me
encontraba en una de esas playas idílicas que forman parte del volcánico
parque natural Cabo de Gata, concretamente en la del Monsúl. Había
pasado 6 días por la zona y decidí, el último día, llevar mi videocámara nueva
para grabar la gran duna y los rincones de la playa. Cuando estaba en una
esquina, tropecé y caí, junto a la videocámara, a la arena. Tuve una sensación
horrible y la seguridad de qué mi cámara era ya inservible. A los pocos minutos
del accidente recibí una llamada familiar dándome una terrible noticia. Poco
más tarde emprendía viaje hacía el norte de manera apremiante.
Con el paso
del tiempo consulté en la tienda Sony si existía alguna posibilidad de arreglo
de mi videocámara. Una señora muy atenta me pidió que se la dejara para que la
viera el técnico que era “un chico muy joven y con muy buena mano”.
Efectivamente, unos días más tarde, con mucha paciencia y buen hacer, recibí la
videocámara arreglada. He vuelto alguna
vez a la tienda y siempre les recuerdo la proeza que hicieron en su día al
arreglarme aquella, entonces, nueva y flamante videocámara.
Pues bien, el
sábado estuve allí otra vez y me atendió el joven que se encargo del arreglo,
ahora diez años más “veterano” que en aquella primera ocasión. Me enseñó
novedades sobre cámaras con lentes intercambiables y espejo traslúcido, la
revolución de Sony, con resolución de 24,3 megapilxeles efectivos y una
capacidad de respuesta ultrarrápida.
Luego hizo lo propio con unas minúsculas videocámaras creadas para la
aventura, resistentes al agua -pueden descender a 60 metros-, con Wi-fi
incorporado, etc. Al despedirme, no pude
menos que decir al dependiente que siempre que hablaba con él aprendía un
montón. Dentro de 15 días podré disfrutar de mi W 252, así que volveré por
allí y le recordaré su profesionalidad con mi vieja (y muy querida) videocámara Sony.
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