FOTO: TURISMO EN ZAMORA
A
pesar de los cero grados, la sensación térmica es bastante menor por culpa del
viento. La luna aparenta, en lo alto, una uña del dedo pulgar recién cortada.
En la calidez del interior, no obstante, se está a gusto con la compañía del
sonido de Jonathan Wilson. Por cierto, y hablando de música, esta mañana,
regresando de Miranda do Douro, en la frontera portuguesa con Zamora, seguía
escuchando la emisora lusa Antena 3 de Radio Nacional. Entrevistaban, en
inglés, a una escritora de viajes llamada Fiona Dunlop que ha publicado un
articulo en la CNN en el que destaca que Lisboa es la ciudad más “cool” de
Europa. What´s makes a city “cool”? Fiona habla de sus motivos. Primero, la
noche lisboeta, la compara con Madrid y dice que no tiene nada que envidiar,
destacando los 250 bares que existen en el Bairro Alto, los de Casi do Sobré,
la Pensao do Amor y la discoteca Lux. Segundo, la cocina experimental, con
amplia variedad y para todos los precios, destacando el restaurante de José
Avillez y los pasteles de Belém. Tercero, la ironía de los portugueses. Cuarto,
la playa y los castillos. Quinto y sexto, el Design Contemporáneo y el Gran
Arte (MUDE, Museo Calouste Gulbenkian, Museo de Arte Antigua o Museo Cidade de
Lisboa). Séptimo, sus deslumbrantes calles. Ciertamente, hablaban un inglés
bastante comprensible y se dejaba seguir su conversación, agradeciendo que no
hubiera cortes en portugués para explicar lo que relataban. Obviamente, una vez
finalizada la conversación, el presentador hizo un resumen en portugués
explicando los pormenores de la charla. Además, puso un par de temas musicales que no sonaban nada mal. Mientras tanto, disfrutaba de ese paisaje tan especial
que se puede apreciar en el tramo de carretera que va desde la frontera hasta Villalcampo
y Ricobayo, atravesando parte de Sayago. Siempre me llaman la atención las
encinas cubiertas de líquenes, los frondosos robles, fresnos, algunos sauces y
chopos. Esa comarca zamorana divide sus tierras con piedras colocadas con
precisión y tiene mucha agua que se distribuye por pequeños canales naturales,
pero lo que más me llama siempre la atención son las imponentes rocas que
tienen formas caprichosas. Pasando Ricobayo, ya en la carretera general que
lleva a Zamora cambia el paisaje y se vuelve más monótono.
Tras
os Montes, tan cercano a España, es otro mundo, sorprendente, profundo, anclado
un poco en el pasado y bello, muy bello. La gente es hermética, sigilosa, está
como a la defensiva, pero sin embargo es gente humilde y asequible. Por eso,
siempre que puedo, me acerco por allí a disfrutar de ese paisaje “partido” por
los Arribes y, sobre todo, de la gastronomía, con buena carne, excelentes
postres y buen vino.
Ahora,
recordando esas comarcas, disfruto del calor de la casa contemplando la luna
creciente en un cielo despejado y azul mientras busco en Internet alguna noticia de Fiona Dunlop para aderezar estas letras.
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