Hace
unas fechas, tuve el placer de visitar Argentina con un grupo de sorianos del
Club de los 60, gestionado por la Gerencia de Servicios Sociales.
Independientemente de los problemas técnicos, por parte del avión, que
padecimos en el viaje de regreso y que nos hizo llegar a Madrid con una demora
de más de catorce horas, pasando veintidós horas dentro de las aeronaves de los
dos vuelos que tomamos, el viaje, en todos sus aspectos fue sobresaliente.
En Buenos Aires me
impactó la que para muchos es la librería más bella del mundo, la librería
Ateneo, que durante décadas fue cine y se llamaba Grand Splendid. Antes de
partir para Argentina, estuve investigando sobre la nueva literatura que se
estaba editando por allá y me llamó la atención un libro con el título
"Desconocida Buenos Aires", de Leandro Vesco. Trata de pueblos
mínimos, solitarios, que bien podrían ser parte de una ficción. Inmediatamente,
el tema me interesó por el parecido con nuestra provincia soriana.
Curiosamente, a pocos kilómetros de Buenos Aires, que cuenta con quince o
dieciséis millones de habitantes y que aglutina en su área metropolitana a un
tercio de la población de esa inmensa nación, también existen pueblos a punto
de desaparecer. Aprovechando mi visita a la librería Ateneo me hice con el
libro descrito anteriormente, y, una vez en Soria, empecé a leer todos y cada
uno de los capítulos que describen esos lugares abandonados, con personajes
curiosos y paredes que resisten en esquinas legendarias el paso del tiempo.
Uno de esos
pequeños relatos cortos que contiene el libro, se titula "Cosecha de
trufas en Espartillar". Se trata de un pueblecito de ochocientos
habitantes que se encuentra en el centro-oeste de Buenos Aires, a unos
quinientos kilómetros de la capital. Si tienes curiosidad, como yo la tuve,
puedes visitarlo en Google Earth y comprobar lo solitario que se
encuentra y su forma geométrica tan peculiar. Pues bien, leyendo este capítulo
me encontré con lo siguiente: “Trufas del Nuevo Mundo tuvo su primer Tuber
melanosporum una tarde fría de agosto de 2016. Para esto, habían traído
desde Soria (España) a Tina, una labradora de siete años que les allanó el
camino de los sueños. España es uno de los lugares del mundo en donde la
truficultura está más desarrollada; el olfato de Tina marcó las primeras trufas
que emergieron de la oscura y fértil tierra bonaerense. La perra quedó preñada
y hoy sus crías duermen en el fondo de la casa de Tomás, que vive en
Espartillar, y es quien tiene una relación más cercana con el campo, las trufas
y los perros".
Me hizo mucha
ilusión encontrarme con Tina en el libro y me demostró que el mundo es un
pañuelo. Hoy sus crías, medio sorianas- medio argentinas, siguen realizando ese
trabajo de campo emprendida por la perrita labradora soriana Tina. Un orgullo.
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