Diez de las religiosas de Belorado junto a familiares y el falso cura de la Pía Unión de san Pablo Apóstol. RTVE
Me he convertido en seguidor de las Clarisas de Belorado, esas monjas cismáticas que al igual que los numantinos han resistido y luchado contra Roma y sus poderes.
Actualmente hay una demanda de desahucio contra ellas, pero es importante hacer historia de un conflicto que es digno de un folletín o de una película del mismísimo Almodovar.
Y es que me encantan estos melodramas que tienen como protagonistas a personas sin un perfil esencial en la historia de un país, pero que disputan y crean controversia en lo que creen que es indispensable para un desenlace que es fruto del estudio, de la oración y la vida fraterna desarrollados durante años.
La cronología de esta rocambolesca historia nace el 13 de mayo cuando anuncian su salida de la Iglesia Católica. En ese momento entraron en escena un falso obispo excomulgado, Pablo de Rojas, y el portavoz de la Pía Unión Sancti Pauli Apostoli, José Ceacero, que llegan a Belorado con el anuncio del cisma. Días después sale del monasterio sor Amparo, una de las 16 Clarisas del convento, al no estar de acuerdo con la abadesa. El 6 de junio, la monjas impiden el paso a representantes del arzobispado, que intentan dialogar con la esperanza de reconducir el tema y llaman a la Guardia Civil. La Benemérita fue requerida también por las propias monjas para denunciar la entrada no autorizada de reporteros en el recinto monástico.
El 21 de junio las monjas son citadas por un Tribunal Eclesiástico para declarar, pero no se presentan mostrando su posición "unánime e irreversible".
El 22 de junio, el arzobispo de Burgos excomulga a diez de las quince monjas que viven en el monasterio. A finales de julio el Arzobispado de Burgos recibe el informe de la Diputación Provincial en el que se certifica que las diez mujeres excomulgadas por la Iglesia Católica no son vulnerables.
Hace unas fechas “Burgos conecta” confirmaba que con las exmonjas vivía en el convento el supuesto Obispo Ribeiro, su nuevo guía espiritual. A este respecto, el Arzobispado de Burgos, manifestaba haber tenido conocimiento de la presencia en el monasterio «de personas, algunas ataviadas con trajes eclesiásticos, que carecen de título legal y autorización para permanecer en sus dependencias».
Según “Burgos conecta”, tras la baja laboral de la persona responsable del cuidado de las hermanas mayores (que siguen siendo Clarisas) la comisión gestora contrató a otra persona para este trabajo a la que le habría sido denegado el acceso al recinto cuando se personó junto a un representante de la empresa. Mientras tanto, las monjas excomulgadas han lanzado un nuevo chocolate, producto por el que son famosas, como símbolo de su resistencia.
Lo que probablemente pasará es que al no ser ya monjas y no formar parte de la comunidad, ni de la Iglesia, tendrán que abandonar el convento. También, seguramente, el obrador donde fabrican los dulces y chocolates que les permitía ser autosuficientes. Esto sólo afecta a las nueve excomulgadas, las cinco enfermas mayores seguirán en su hogar donde la Federación de Clarisas enviará a otras monjas para completar de nuevo la comunidad.
Mientras tanto, las exclarisas continúan con su enfrentamiento abierto con el Arzobispado y enrocadas en su posición. La resolución del proceso de la demanda de desahucio puede alargarse hasta un año ya que, a tenor de las declaraciones de las propias monjas cismáticas, que pelearán hasta el final, parece improbable que la demanda prospere.