- La Puerta del Perdón, de estilo románico, que se abre tras los golpes de un martillo cada Año Jubilar.
- La estatua yacente de Santo Toribio de Astorga en madera, de tradición gótica, anterior al siglo XIV.
- La capilla, barroca, del siglo XVIII, que alberga el Lignum Crucis.
El claustro del monasterio de estilo herreriano, alberga una exposición con las miniaturas que acompañan los comentarios del Apocalipsis del Beato de Liébana.
Tras la visita comimos un cocido lebaniego en Potes, en un restaurante que llama mucho la atención de noche ya que está iluminado en lo alto de un edificio cercano a la Torre del Infantado. Se llama “El Cenador del Capitán” y es de Wences Rodríguez Martín (sus padres eran amigos de mis padres. Cuando éramos adolescentes estuvimos juntos por Potes). Wences es el alma mater de la Fundación VENTANAS DEL MUNDO, que es un medio para conseguir promover una sociedad más justa y equitativa ayudando a niños y niñas de familias con escasos recursos económicos.
Por la noche cenamos “una picada” en un sitio que siempre nos llamó la atención, pero que nunca entramos. Se llama “La Relocha” y su gerenta es Amaranta Ariño. Un cliente nos recomendó, cuando ya estaba pidiendo en la barra, un vino blanco de la zona. Concretamente “Enza” de bodegas Cayo. Lo acompañamos de un quesuco de Pido con pimientos y gambas laminadas en carpaccio con aguacate. Todo exquisito. Amaranta, un encanto, nos invitó a queso con cecina y pedimos otro par de copas ENZA. Luego nos invitó a dos orujos, después el señor de Cabezón, que nos recomendó el vino, a otros chupitos. Nos fuimos al hotel encantados con la familiaridad y atención de los lebaniegos y con muchas ganas de volver.
Al día siguiente visitamos la iglesia de Santa Maria de Piasca. Destacan en la puerta principal tanto la decoración de los capiteles como la de las arquivoltas, especialmente una de ellas que incluye leones, cabezas de animales y humanas o personajes tocando algún instrumento.
Por encima de la portada hay una triple hornacina formada por un arco central apuntado y dos lobulados con esculturas de San Pedro, San Pablo y la Virgen con el Niño, esta última talla del siglo XVI. El muro del hastial se remata con una robusta espadaña.
Antes de irnos de Liébana visitamos la bodega de Cabezón “Picos de Cabariezo”, famosa por su aguardiente de orujo, pero también sus vinos con cepas autóctonas de mencía y godello y últimamente se han adaptado muy bien otras variedades como la Syrah y la Gewurstreminer.
La visita fue formidable. La mayoría de los lugares eran conocidos, pero imprescindibles para rememorarlos después de tantos años sin inspeccionarlos. Como siempre, lo mejor sus gentes. Gracias por vuestra hospitalidad.