jueves, 20 de diciembre de 2018

NAVIDAD Y ABOLICIÓN DE LA SOCIEDAD DE CLASE



La Navidad es una época donde los sentimientos parecen estar a flor de piel. Los expresamos por medio de detalles, celebraciones, afecto, cariño y todo eso que nos hace sentir más humanos. Personalmente la he vivido desde pequeño y siempre con ilusión por todo lo que significaba. Sin embargo, algunos de mis seres queridos han desaparecido y la Navidad ya no es lo que era. Cuando vas cumpliendo años y la experiencia es uno de tus mejores aliados te das cuenta de que todo lo concerniente a esta época de “paz y amor” tiene mucho de materialista y poco de espiritual. Con una anterioridad de casi un mes,  nos bombardean constantemente con productos innecesarios y nos volvemos masoquistas. Cada vez aguanto menos los gastos superfluos, los villancicos, los anuncios de colonias, los lacerantes gastos municipales para que la ciudad esté acorde a las circunstancias, con adornos y luces de presupuestos que quitan la respiración.  Todos nos volvemos locos y, cuando esta fase anual toca a su fin, respiramos aliviados pero con la cartera vacía para afrontar lo que nos queda de enero. Somos así y estamos en manos de unos agentes mediáticos, subvencionados por el capital. Tan enredados en sus redes que es imposible escapar.
Hace escasas fechas escuchaba en la radio una noticia sobre los ricos en China. Hasta hace poco el comunismo era lo contrario del capitalismo, ahora todo se universaliza, todo se acerca y, al final, es más de lo mismo. Muchos pobres padeciendo calamidades y un porcentaje de ricos, muy ricos, que se reparten el pastel. Esto no puede continuar así. Las nuevas generaciones tienen que alentar una revolución para intentar que esto cambie.  En mayo del 68 se inició una protesta en Francia por grupos estudiantiles del izquierda, influenciados por el movimiento  hippie, y secundada por más de nueve millones de trabajadores, que luego se extendió a Alemania, Suiza, España, Mexico, Argentina, Estados Unidos, Italia… pero claro, cuando París estornuda toda Europa se resfría. Los franceses tienen una genética especial para vislumbrar la realidad, nosotros, los españoles, estamos a años luz de eso. 
La Navidad está aquí, disfrutémosla, aunque sin perder de vista  que somos parias en manos del capital. Hagámosle el juego de la manera más coherente posible.


2 comentarios:

Leo dijo...

Pues la verdad Luis, a mí de pequeña me preocupaba que muchos niños no tuvieran que comer, la falta de compañerismo, la discriminación y la falta de valores me llevaba a mi soledad indiscutible. Mi padre era pura magia y mi madre no soporta las injusticias, pero, a mí me aturde que sea así es el mundo.

Lo verdaderamente increíble en Navidad sería no poner luces y hacer festejos compartidos por las calles, demostrando que, todos somos importantes y lo más sencillo es lo más humano. "Un gasto en común sería la mayor luz que podríamos dar a la Navidad".

Aunque me he desengañado muchas veces con los hipócritas. La gente miente.

Me enfado mucho con el mundo Luis, muchísimo. Pero no nos queda nada más remedio que ser humanos, por el placer de serlo y compartirlo. No somos nadie más.

He echado muchísimo de menos tus palabras en el blog Luis. Uno de los mejores regalos ha sido volver a saber de ti.

Te deseo toda una vida llena de magia y que tu Navidad sea el comienzo de lo que ya eras. Una gran persona.

Un abrazo enorme.

Marino Baler dijo...

Bueno, la Navidad ha servido para volverte a leer después de algunos años. Espero que tu ausencia no se haya debido a nada grave y, si es posible, que vuelvas al mundo bloguero.
Un abrazo muy fuerte.

LA VIDA PASA

“¡No hay naciones!, solo hay humanidad. Y si no llegamos a entender eso pronto, no habrá naciones, porque no habrá humanidad".   Isaac ...