La fotografía tiene nombres propios de grandes maestros de todos conocidos y otros que han hecho historia por su especial manera de ser y de trabajar. Uno de estos últimos es Miroslav Tichý, fotógrafo checo nacido en 1926 y fallecido en 2011. Comenzó a estudiar en la Escuela de Bellas Artes de Praga demostrando cualidades para la pintura y el dibujo. Abandonó sus estudios en 1948 opuesto a los planteamientos del progresismo comunista. Se convirtió en una figura distintiva como Diógenes, en parte como una respuesta política a las represiones sociales del comunismo checo. Durante décadas se convirtió en vagabundo e indigente y fue considerado en la Checoslovaquia comunista como un enfermo mental pasando por multitud de prisiones y psiquiátricos. En 1960 construyó con componentes de deshecho una cámara fotográfica (cartón, cinta adhesiva...), dedicándose con ella a realizar retratos de mujeres que después revelaba con los más variados materiales. En el año 2000 fue descubierto por el crítico Harald Szeemann quien organizó su primera exposición en la Bienal de Sevilla en 2004. Desde entonces sus trabajos recorrieron salas de exposiciones de Madrid, Palma, París y Nueva York.
Sus fotografías eran borrosas, descentradas, maltratadas y descoloridas. Mostraban mujeres realizando actividades cotidianas. Los críticos asemejaban sus imágenes a las primeras pinturas de Gerhard Ritchter o a las fotografías de Sigmar Polke.
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