Existe una curva (siempre
son peligrosas) en una carretera local soriana que marca mi destino. Y mi
destino no lo marcan las modas u otra cosa similar. Mi destino, mi
vida, mis momentos, siempre los ha marcado la música. Ya lo decía
mi abuela cuando era pequeño: “deja ya las cajucas de la música”,
refiriéndose las cintas cassette. En esa curva, que siempre dejo a
mi derecha, -que nunca es mi opción (ni lo será jamás)- cuando voy
a Santander, o cuando me dirijo a jugar a mi deporte favorito
(evitaré nombrarlo por estar a la derecha), me juega, con perdón
popular, y valga la “repugnancia” , malas pasadas (o buenas
¿quién sabe?). Un cinco de enero de 1980, - el seis me pegaría el
mayor tortazo de mi vida con mi Dyane-6 en un pueblo horroroso de
Vizcaya, Somorrostro – en esa dichosa curva escuché un tema de
Dire Straits que me marcó para siempre. El pasado día 16, treinta
y dos años más tarde, invierno, otro tema musical me atrapó para
siempre. Sería el momento, la compañía, no lo sé realmente (o sí
y miento) pero “Lady´s Bridge” del gran Hawley, el crooner del
siglo XXI, se metió en mi vida.
Nota: en esa curva, en
Valonsadero, existen pinturas rupestres al abrigo de las rocas
¿Querrán transmitirme algo?
1 comentario:
Luis, no puedes dejarnos sin saber cómo son las pinturas....!!!!!!!!!!!
Lo demás, ya lo imaginamos...:)
Que no , hombre, que es broma.
Pero cuenta lo d elas pinturas,,plis
Saludos
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