miércoles, 14 de mayo de 2025

PRÓPOSITOS PRIMAVERALES



Estoy siendo bastante metódico con mis propósitos para las semanas venideras. Me levantó entre las 7:15 y 7:30 horas, camino alrededor de seis kilómetros por la playa o el paseo, dependiendo si voy en una dirección u otra. Una vez en mi apartamento, con vistas al mar, realizo una tabla de ejercicios físicos, diseñada por mí y adaptada a mi edad y que dura, aproximadamente, una hora. Bebo un litro de agua y hago estiramientos al finalizar (también al comenzar). Me sienta fenomenal, luego me baño en el mar o en la piscina, me relajo leyendo durante un par de horas para después tomar una gilda maridada con un vermú (¿o es al revés?) contemplando el Mediterráneo con ese punto de luz que te adereza los sentidos. 

Durante alrededor de ocho semanas la mayoría de las mañanas serán así, monótonas y similares, pero no me importa, es lo que he buscado durante el largo invierno, disfrutar de la maravillosa temperatura, los baños en el mar, la lectura tomando el sol y la alegría de los pájaros que siempre me acompañan con sus cánticos animando la jornada. No busco nada más, simplemente vivir, disfrutar sin condicionantes, pasar el tiempo de la mejor manera posible, en una palabra “vivir”, siempre en la mejor compañía, que eso es la base de la felicidad.

Hoy mi caminata fue en dirección norte ya que tenía que comprar fruta en un establecimiento ubicado en ese sentido, así que incorporé a mis pertrechos (móvil, gafas, dinero, pañuelos, gorra) la mochila. En la frutería en la que suelo comprar no tenían buen producto, me desencantó, mala calidad y muy caro todo. Salí con la mochila vacía. Aprovechando el camino visité otra frutería, compré naranjas de cosecha propia (las que me gustan), peras y albaricoques. El precio me pareció excesivo, las peras a casi cuatro euros el kilo y los albaricoques a más de seis euros.

Ya cerca de mi apartamento me hizo gracia la conversación que mantenían dos mujeres al pasar a mi lado. -Estoy un poco harta ya de esto, decía una. -Yo de lo que estoy harta es de la monotonía que tenemos en Burgos, contestaba la otra. Entendía a la perfección la conversación ya que a mi me pasa lo mismo cuando llevo tiempo aquí, ya comentaba anteriormente que los días son monótonos y llega un momento en el que quieres  cambiar la rutina. Me sentí totalmente identificado con ellas, parte de la cotidianidad que me encanta.


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