Hoy también paseaba por el Duero, pero cientos de kilómetros más abajo, en Zamora. Vine antes de que se cerrara perimetralmente por provincias Castilla y León y estaré por esta bella tierra una semana. Al igual que en Soria, los últimos días en Zamora también busco la belleza en las inmediaciones del río. Ciertamente está, tanto en Soria como en Zamora, espléndido, y en algunos casos hasta dramático con la nieve, el hielo, la cencellada, la niebla… lo disfruto mucho y, también, hago muchos kilómetros con la cámara fotográfica a cuestas, disfrutando de la magia que produce esta alteración climática intentando plasmarla en mis fotos. Y, casi todos los días, recuerdo al búlgaro soriano diciendo “parece otro país, ¿verdad?” Y, sin embargo, es el mismo país aunque hacía unos años que el temporal no castigaba así a nuestra península convirtiéndola en una nueva Siberia. Cuando llegué a Soria, hace más de cuarenta años, los inviernos siempre eran así de crudos, entonces disfrutaba mucho de aquellas nieves que llegaban a mis rodillas y permanecían durante dos o tres semanas sobre los caminos, las aceras y en todos los lugares. Nunca se hablaba de zona catastrófica, ni mucho menos, y los paisanos se referían a que sería un año de bienes.
Está claro que nos hemos acostumbrado mal, las cosas ya no son como eran, nos volvemos más delicados, más vulnerables, más plañideros. La sociedad está indefensa por la pandemia y es normal, estamos siendo muy castigados y necesitamos batallar a cuenta de lo que sea. Yo hago una recomendación, no hay mal que cien años dure, mostrémonos optimistas y, mientras todo esto pasa, disfrutemos de la belleza que nos aporta el momento, es gratis, no hay contacto, se mantienen las distancias y nos hace más felices.
1 comentario:
Quizá Zamora sea otro destino de los que tengo pendiente conocer.
Saludos
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