Precisamente ayer, “Lunes de Pascua”, paseando por la calle principal, Santa Clara, comprobé la cantidad de cera que había derramada por el suelo. Se debe a las velas o teas que portan los cofrades cuyo líquido al quemarse se extiende por la superficie. Iba, literalmente, patinando debido a la capa de cera que se pegó en mis zapatos. He leído que para que esas marcas de cera no copen el paisaje urbano, los limpiadores municipales esparcen un líquido con una película transparente concluida cada procesión. Buena idea.
Este año volví a madrugar para ver formados los pasos del Viernes Santo. A las 05:00 horas, la Cofradía de Jesús Nazareno Vulgo Congregación inicia su procesión desde la Iglesia de San Juan de Puerta Nueva. Durante la procesión, se realiza un descanso de 35 minutos en la Avenida de las Tres Cruces, antes de reanudar la marcha con la tradicional reverencia en el Crucero. Siempre que puedo veo la procesión al comenzar la Avenida de las Tres Cruces, hacia las 6:30 horas y luego doy un paseo viendo el ambiente, oliendo a sopas de ajo y todos los pasos descansando junto a los cofrades. Es costumbrismo puro.
Al finalizar la Semana Santa zamorana el domingo de Resurrección, acabada por tanto la Cuaresma, se almuerza el dos y pingada, plato típico que se sirve en la mañana del Domingo de Resurrección, después de la procesión de la Cofradía de la Santísima Resurrección. Consiste en dos huevos fritos (con un poco de pimentón por encima), dos o tres magras de cerdo pasadas por la sartén (la magra es el jamón sderrano a medio curar, o incluso más fresco) y pan. Es un plato que se sirve recién hecho.
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