"Como todos los domingos que estoy en casa (eso no ocurre a menudo) me gusta madrugar e ir a comprar el periódico y el pan. Estuve durante quince años levantándome demasiado temprano, los fines de semana, para ir a entrenar a un grupo de jóvenes, o bien viajando con ellos para participar en competiciones regionales o nacionales. Cuando lo dejé lo que más me gustaba era sentarme a devorar tranquilamente el periódico mientras escuchaba de fondo música clásica a poco volumen. Ahora, cuando consigo estar en casa un fin de semana sigo haciendo lo mismo, siempre comienzo este pequeño ritual leyendo la columna de Manuel Vicent, para mí uno de los mejores en este género, ahora mismo acabo de leer su última crónica mientras escucho de fondo el Adagio para cuerdas de Samuel Barber , trata del último atentado de ETA en Madrid y de nuestros políticos (no recuerdo quién dijo que la política es demasiado importante como para dejarla en manos de los políticos).
Ha acabado la Navidad y un cartel de la gasolinera donde compro la prensa y el pan, sé que es curioso comprar pan y periódicos en una gasolinera, pero la cosa es así de surrealista en los últimos años, rezaba: “Navidad es regalar”. Como decía más arriba las fiestas del consumismo afortunadamente han terminado, pero todavía quedan esos coletazos en forma de reclamos de tan poco gusto a estas alturas. Leía hace unos días que España es uno de los países que más dinero gasta en esas fechas, incluso por delante de Estados unidos, y quiero pensar que se trata de una vorágine despiadada que ira incrementándose año tras año. Sería de suponer que se gasta para pasarlo mejor, para hacernos querer más, para que nuestros hijos tengan lo último en juguetes y en informática, pero no es así, todo sigue más o menos igual y nos vamos convirtiendo en marionetas manejadas por el consumo y sus distribuidores mejor aleccionados para sacarnos nuestros últimos cuartos.
La víspera de Reyes, por cierto, alguien me envió un mensaje en el que me decía: “Qué este nuevo año se cumplan tus sueños”. Me hizo gracia, a veces decimos o escribimos cosas para quedar bien y que suenen lo mejor posible, pero, curiosamente, esta noche uno de mis sueños se cumplió. Soñé que era un pez, puedo decir que ha sido uno de mis mejores experiencias, me encontraba confortablemente sumergido con una calidez que nunca antes había sentido, las luces del fondo del mar eran apasionantes, las texturas eran distintas a todo lo conocido, no existía peligro alguno y eso que yo era un pez pequeñito. Cuando desperté, traté de continuar sumergido en mi sueño, llené la bañera con agua bien calentita e hice una inmersión tranquila. Ciertamente no era igual estar en la bañera que en el fondo de un cálido mar pero al menos sirvió para tener la sensación de bienestar que no podría encontrar en otro lugar.
Cómo se puede comprobar mis sueños son sencillos, ser un pez no cuesta mucho, tan solo se necesita cierta dosis de mentalización y un poco de suerte, aunque mis sueños más esperanzadores no se diferencian demasiado con los del resto del universo: paz, que nadie pase hambre en el mundo y que los que tenemos la suerte de disponer de bienestar económico, de vivir en el primer mundo, tengamos la sensatez de no malgastar nuestro dinero en lo que se les ocurre a los demás que debemos gastarlo. Deberíamos concienciar a nuestros hijos, a las próximas generaciones, a esos políticos en cuyas manos está algo tan importante como la política, que debemos trabajar hombro con hombro para intentar que no existan los desequilibrios que ahora, desgraciadamente, existen y abandonar esos malos hábitos de consumo que no hacen sino ir degenerando y deteriorando al ser humano.
No creo que se cumplan mis sueños para este año pero me agradará recibir otro mensaje semejante el año próximo, no cuesta nada y una sonrisa iluminará de nuevo mi cara esperando tener el mismo sueño que el que he tenido este año".
7 de enero de 2007
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