Rosa Montero escribía hace pocos días un articulo en El
País titulado “No rendirse”. Comenzaba así: “Hace años, en una deprimida zona
minera del norte de España, vi una larga hilera de edificios baratos y
mezquinamente feos, renegridos por la humedad y aplastados bajo la tristeza de
un cielo color plomo. En mitad de ese murallón sombrío había una ventana, solo
una, igual de pequeña que las demás, pero llena de tiestos. Y el verdor de esas
hojas iluminaba el mundo. Quién vivirá ahí, pensé con admiración. Quienquiera que
fuese, no se había rendido”.
Trabajo en una institución y muchas veces me he hecho la
misma pregunta que Rosa en su artículo “¿Qué hace que, ante una misma
circunstancia difícil (pobreza, enfermedad…), algunas personas sean capaces de
salir adelante y otras no?” En la institución y fuera de ella, en la calle, he
conocido a personas que no se han rendido, a pesar de las adversidades a las
que se han visto sometidas, y han salido adelante. Sin duda, esas personas son
las que más admiro, una admiración basada en el orgullo, en el amor propio, en
la fortaleza. Por suerte o por desgracia son muchas. Empezaría por mi querida
abuela, la única que he tenido, que sacó cuatro hijos adelante en la
postguerra. Continuaría con su hermano, encarcelado en la guerra civil por anarquista; seguiría con personas
cercanas que se han visto sometidas a las mayores humillaciones y acabaría con los chicos y chicas de mi
institución (y de otras similares) que han pasado calamidades inhumanas en su
entorno familiar o social.
Por desgracia, son demasiadas las personas que conozco
que han pasado por situaciones trágicas, unas las han superado por no rendirse
nunca y otras lo llevan encima por tener sus facultades afectadas. De todas
ellas he aprendido mucho, que se pueden superar las adversidades más espantosas
si nos empeñamos en salir adelante con
fuerza, coraje, un poquito de suerte y
la ayuda, siempre necesaria, de otras personas que nos apoyen. En la actualidad
pasamos por momentos difíciles que hace muy pocos años ni soñábamos. Muchos
amigos se han quedado sin trabajo, otros sin casa, otros pasan amarguras por
falta de economía… y, lo peor es que cualquier día muchos de nosotros nos veremos en similares circunstancias.
Entonces, cuando todo eso suceda conviene NO RENDIRSE, no rendirse nunca.
1 comentario:
Eso es.
No rendirse jamás.
Ni en lo más oscuro de la noche.
Gracias, Luis, por estar siempre ahí,
con 'Escritos..'
y mirar a tu alrededor como lo haces.
Un beso grande
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