La fauna salvaje está aprovechando el confinamiento humano para adentrarse en las ciudades. Los animales, ante la falta de alimento, se envalentonan por la falta de actividad. Hace pocas fechas se vio en Benidorm a un grupo numeroso de palomas que perseguían a una mujer. Es probable que al estar esta especie acostumbrada a ser alimentada en los parques por las personas acusen esa falta de alimento. En Cangas de Narcea, los vecinos hicieron fotografías a un oso pardo que aprovechó la cuarentena para introducirse en el pueblo. En Madrid, algunos patos salen de los estanques para pasear tranquilamente por la ciudad e, incluso, se ha visto a varios pavos reales caminando por el asfalto. En ciudades de Estados Unidos han sido avistados coyotes recorriendo las calles, leopardos en ciudades indias, mapaches en Panamá, una foca en San Sebastián, cabras montesas en la plaza de Chinchilla o zorros en Londres. “Si desaparecemos de un lugar, los animales ocupan ese espacio, aunque se retiren cuando volvamos”, comenta Ángel M. Sánchez, director del Voluntariado Nacional para el Censo del Lobo Ibérico.
Este preliminar para intentar olvidar por unos momentos la realidad que tenemos. Esta tragedia inesperada nos está invadiendo de tristeza. La España vaciada pide más ayuda ya que hay falta de profesionales y de recursos, las UCI,s están sobresaturadas. En Soria, por poner un ejemplo cercano, la población es de 87.000 habitantes, en una extensión de 10.700 kilómetros cuadrados, y a día de hoy los casos positivos por Covid-19 son 555. La mortalidad aquí es del 4,1% mientras en España es del 1,5%. Es tristísimo contemplar a los usuarios y usuarias de mi Centro encamados y aislados, produce un desconsuelo terrible. Es lamentable que cada vez vayamos quedando menos profesionales activos por la enfermedad de nuestros compañeros. Es amargo que te den, día a día, noticias mortuorias de personas a las que conoces, has tratado o son usuarios con los que he convivido desde hace muchos años. Llevo trabajando 8 días consecutivos y estoy muy fatigado, prácticamente no duermo pensando en el día siguiente, pero, por fin, mañana y pasado podré descansar, dormir, desconectar un poco y regresar con fuerza, que falta me hace, a mi y a todos mis compañeros. Esperemos que sea cierto que estamos en la fase de estabilización y que pronto podamos ser más optimistas. Saldremos del abismo. Un día más es un día menos, juntos lo conseguiremos.
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