La temperatura es de -3º cuando comienza a sonar en mis auriculares el tango titulado “Uno” (Si yo tuviera un corazón) “Uno busca lleno de esperanzas el camino que los sueños prometieron a sus ansias...” y su sonido me traslada a “El Viejo Almacén” del barrio porteño de San Telmo. Allí, “asha”, es verano. Curioseo en el teléfono quitándome los guantes, apartando la mascarilla y, aunque en Buenos Aires son las cuatro de la madrugada, la temperatura es de veintiséis grados, veintinueve más que en Zamora. Guardo el teléfono, sigo escuchando por los auriculares el tango y mis recuerdos vuelan por aquellas calles que recorrí hace poco más de un año: Florida, Palermo, Belgrano, Corrientes, Sarmiento... transportándome a bellos recuerdos en compañía de grandes amigos. Continúo mi recorrido y busco el sol que, aunque todavía débil, con seguridad algo aplacará la temperatura. Bajo por el Puente de Hierro al río, que arrastra una capa de espuma blanca con muy mal aspecto, y me dejo llevar por el paseo de la margen derecha hacia las aceñas de Olivares, un grupo de molinos sobre el cauce del Duero. Contemplo la espectacular vista sobre el Puente de Piedra y, al fondo, la Catedral iluminada por el sol : «¡El sol, esta hermosura de sol!...», que Antonio Machado escribió en su poema “Sol de invierno”. Me siento privilegiado por admirar tanta belleza y antes de subir a la Catedral, dejando el río, y continuar por la parte vieja de la ciudad, la vista y el paseo me recuerdan a las proximidades del Puente Sant´Angelo que cruza el río Tíber en Roma. Zamora es bella bajo el sol, el paseo que doy puede ser uno de los más hermosos de Castilla y León. Una chica se cruza corriendo y su parecido con “La joven de la perla”, de Vermeer, es manifiesto. Ya no noto el frío pero, por suerte, mi ritmo cardiaco es normal, no siento vértigo, ni temblor, ni palpitaciones... el Síndrome de Stendhal no se ha producido pero no me extrañaría que con tanto atractivo visual alguien perdiera la cabeza. El paseo finaliza y los acordes de “Uno” siguen activos en mi interior: “...Si yo tuviera el corazón, el corazón que di, si yo pudiera como ayer, querer sin presentir...”
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ZAMORA, PURA VIDA
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1 comentario:
Las cosas llegan sin pedir permiso. De repente vuelve tu chiquillo con ganas de gritar a la vida lo maravillosa que es. No hay ninguna fórmula, sucede y ya está.
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